Elogio

Fuga puede definirse como una persona dependiente que abandona un espacio supervisado y seguro o al cuidador sin notificarlo, lo que provoca la exposición a un peligro potencial. También se conoce como vagabundeo o huida. Puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar, sin importar quién pueda estar observando. Puede incluir salir del colegio sin permiso o escaparse de casa en mitad de la noche.

Las fugas son especialmente frecuentes en los niños con trastorno del espectro autista (TEA). En consecuencia, se trata de un gran peligro, ya que los niños con TEA suelen tener dificultades para tomar precauciones de seguridad y pueden ser ajenos a las situaciones de peligro. La deambulación se ha caracterizado como la mayor causa de estrés en las familias con niños del espectro en numerosos estudios.

Estadísticas de fugas:

  • Casi la mitad de los niños con TEA se fugan
  • El 65% de los niños que deambulan por la calle se acercan a las lesiones de tráfico
  • El 27% de los niños que deambulan por la calle están a punto de ahogarse

Las investigaciones han llegado a la conclusión de que la fuga es un comportamiento dirigido a un objetivo que obedece a determinadas motivaciones. Entre las razones por las que los niños deciden fugarse se encuentran:

  • Disfrutar de la carrera y/o la exploración
  • Para llegar a un lugar preferido
  • Perseguir un interés especial
  • Escapar de una situación o estímulo indeseable

La mejor manera de manejar la fuga es a través de los esfuerzos de prevención. Hay muchas estrategias diferentes que pueden ponerse en marcha para detener cualquier oportunidad de vagabundeo que pueda surgir. 

Estrategias para prevenir la fuga: 

  • Busca señales de advertencia: Algunos niños dan pistas sutiles justo antes de decidirse a deambular, como mirar hacia la puerta. Aprender las señales de advertencia del niño puede atraer la atención necesaria para inhibir la deambulación.
  • Proporcionar supervisión directa: Con la supervisión directa, el niño recibe toda la atención. Esto hace extremadamente difícil que se inicie la fuga sin saberlo.
  • Establece límites: Los límites físicos, como las vallas o las puertas, pueden hacer que sea menos probable que el niño pueda salir por su cuenta. El uso de una correa en zonas públicas también es una herramienta beneficiosa.
  • Utiliza la seguridad: El uso de cerraduras en las puertas puede evitar que el niño acceda a zonas sin supervisión. Además, tener alarmas en las puertas o un perro de servicio entrenado puede actuar como una alerta útil para comprobar el estado de tu hijo.
  • Comunicación clara: Si sabe que su hijo participa en la fuga, es importante que se lo comunique a las personas que cuidan de él, así como las estrategias que mejor funcionan para concienciarle del peligro potencial.
  • Rastreadores GPS: Tener un rastreador puede informarle de dónde está su hijo en todo momento.

Aunque los esfuerzos de prevención pueden ser prometedores, no es imposible que se produzca una situación que haga que su hijo se fugue con éxito. Es esencial que haya un plan formulado en caso de emergencia. Esto permite dar la respuesta más eficiente y eficaz a la fuga, favoreciendo el regreso de su hijo a la seguridad.